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ASPECTOS PSICOLÓSGICOS Y SOCIALES DE LA CONDUCTA SUICIDA

 

La conducta suicida constituye un fenómeno multidimensional complejo. En los últimos años la tasa de suicidios se ha incrementado ligeramente entre los jóvenes y los adolescentes. El suicidio consumado es mas frecuente en el sexo masculino que en el femenino con una incidencia 3:2 o 3:1,5 a favor de los hombres. En lo que respecta a los intentos de suicidio, la relación se invierte a favor de la mujeres y los jóvenes. Estudios interétnicos realizados constatan una mayor tasa de suicidio en la raza blanca versus la negra, hecho que se explicaría por los diferentes condicionantes socioculturales de éstos grupos.
 
 
CARACTERÍSTICAS PSICOLÓGICAS Y PSICOPATOLÓGICAS ASOCIADAS.
 
   La experiencia clínica y las investigaciones efectuadas en las últimas décadas apuntan que en la gran mayoría de los suicidios consumados hay comorbilidad psicopatológica asociada, siendo la enfermedad mental el factor de riesgo mas importante en la consecución de esta conducta. En este sentido los estudios indican que en el 90 al 94% de los suicidios consumados se identificaba algún tipo de trastorno mental.
 
   De entre estos, los trastornos afectivos y especialmente, la depresión mayor seria el principal diagnostico psicopatológico asociado. Respecto a otros subtipos de depresión como la depresión psicótica el riesgo de suicidio es hasta cinco veces superior en comparación con los pacientes con otros trastornos afectivos. El trastorno bipolar es otra entidad a considerar, especialmente cuando el paciente se encuentra en la fase depresiva, donde se combina el estado de ánimo histórico con un grado elevado de impulsividad.
 
   el consumo de sustancias psicoactivas y, por extensión el alcoholismo presenta un alto riesgo de la tasa de suicidio en esta población. El perfil típico de este grupo de sujetos es el de un hombre joven o de mediana edad, que consume drogas y/o alcohol con morbilidad psicopatológica asociada, especialmente el trastorno depresivo, que comienza a presentar trastornos de personalidad y de conducta como resultado del abuso continuado y al cual su mujer o otra persona significativa de su mundo interpersonal ha abandonado. Además, se ha de tener presente que la drogodependencia en un corto espacio de tiempo es un factor precipitante de la conducta suicida, dada la desinhibición y escasa capacidad de juicio que esta situación comporta.
 
   Algunas características psicológicas confieren también un mayor riesgo de suicidio como son el sentimiento de desesperanza, el desamparo, la tristeza, la inedia, la sensación de inutilidad, la indefensión aprendida, la angustia y el sentimiento de culpabilidad, entre otras.
 
   En algunos trastornos de personalidad se observa una mayor tendencia a los intentos de suicidio. Entre estos trastornos se observa una mayor tasa de intentos de suicidio y conducta auto lesiva en sujetos con diagnóstico de personalidad limite, antisocial, histórica o narcisista. Los pacientes con estos diagnósticos tienden a cometer un mayor número de intentos de suicidio de los llamados comunicacionales o manipulativos, dada la escasa intencionalidad letal. En los casos mencionados no hay un deseo real de provocarse la muerte, sino de modificar o manipular el entorno en beneficio propio. No obstante, manipulativos o no, siempre se ha de evaluar el potencial suicida de estos sujetos y cuales son los motivos que los han llevado a actuar en esta dirección.
 
 
CARACTERÍSTICAS SOCIOLÓGICAS ASOCIADAS.
 
 
   En el abordaje multidisciplinar que requiere el análisis de la conducta suicida, también hay que prestar atención a los factores demográficos y sociales que pueden estar implicados, ya que sólo de una evaluación integral del sujeto se puede evaluar adecuadamente el riesgo de la conducta de suicidio.
   Se puede firmar que no hay ningún social específico que determine el suicidio, pero conceden una gran vulnerabilidad que puede ser mediatizada por la concurrencia de diferentes circunstancias.
 
 
FACTORES SOCIALES RELACIONADOS CON LA CONDUCTA SUICIDA:
 
  • Estado civil: cualquier situación que implique una distorsión o ruptura de la relación sentimental implica un mayor riesgo de suicidio. Así pues, la separación, el divorcio, la viudedad y la soltería, presentan unas tasas de suicidio que son superiores al resto de grupos. También se detecta un mayor número de intentos de suicidio en parejas que mantienen muy mala convivencia.
 
  • La religión: es también uno de los parámetros muy estudiados. No se han encontrado diferencias respecto al tipo de religión que el sujeto profesa, pero si que se reconoce capacidad protectora al hecho de pertenecer a un grupo religioso, por la función socializadora que tiene reforzando los ligamentos afectivos del individuo con la comunidad.
 
  • Mundo rural y mundo urbano: aunque no se puede generalizar en los pueblos hay menos suicidios que en las ciudades, y en las ciudades el suicidio es mas frecuente en los barrios pobres y periféricos, donde conviven mayores tasas de desempleo, delincuencia y drogodependencia. Estas diferencias se explican en el anonimato y la despersonalización que confiere la ciudad versus el pueblo, especialmente en los barrios de mayor marginación social. El desarraigamento social, la ruptura del núcleo familiar o la soledad de las grandes ciudades también se ha relacionado con la mayor tasa de suicidio de los países industrializados. En cambio, la clase social no es un factor relevante en el análisis de esta conducta.
 
  • La emigración: es uno de los factores de riesgo mas importantes porque comporta romper con todo aquello que es familiar y culturalmente próximo. Pese a todo, este es un factor que puede verse modulado por otros aspectos como la edad del emigrante, tipo de emigración (forzada o por propia iniciativa) y si va solo o acompañado por otros miembros del grupo. En la medida en que la decisión es forzada, se hace de manera solitaria y la persona es mayor, la pérdida de referentes culturales, familiares y socializadores es mayor y, por tanto, el riesgo de suicidio se incrementa. Así pues, respetar y promover los aspectos de la identidad cultural del país natal sería un factos protector del suicidio.
 
  • Situación laboral: es una variable compleja de analizar, ya que los cambios del mercado laboral en los últimos años han sido notorios. Mientras que a principios de los años 70 y 80 el paro se consideraba una estigma social, fruto de un fracaso personal, que afectaba a poca gente, en los años 90 pasó a convertirse en un problema social que afectaba a buena parte de la población activa. Estos hechos se traducen en un incremento de suicidios entre las personas que habían perdido el trabajo en los años 70 y 80, situación que se reduce considerablemente en los años 90, cuando el paro se convierte en un fenómeno social. En cualquier caso, si el paro es un suicidógeno o no, dependerá del nivel de integración del individuo al grupo social.
 
  • Estructura familiar: la familia, dado que es el primer núcleo de socialización del individuo, influye en los vínculos interpersonales que en el futuro se establecerán con los otros y en la adaptación social de este. Cualquier situación que comporte una alteración continuada de las relaciones familiares es susceptibles de aumentar el riesgo de suicidio. Situaciones como la mala convivencia, la violencia familiar, el abuso físico y sexual, de desestructuración de la unidad familiar, la triangulación de los hijos, las familias nómadas o la carencia afectiva favorecen al aislamiento social, la soledad y la desesperanza, todos ellos aspectos ligados al suicidio.
 
  • La prisión: es especialmente en los meses previos a la sentencia y una es que esta se conoce cuando este factor se convierte en un factor de riesgo. Sin embargo, en las condenas largas, con un periodo de institucionalización prolongado, la prisión es un factor afianzador que confiere estabilidad al preso y actúa como protector del suicidio.
 
  • Acontecimientos vitales estresantes: especialmente los que se han producido en los tres meses previos a la conducta suicida, también se encuentran relacionados.
 
Las situaciones que implican una baja integración social y una gran desorganización afectiva constituyen un dríade que incrementa significativamente el riesgo de suicidio.
 
   
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